martes, 22 de septiembre de 2009

Expedición jurásica

La primera huella, la más grande y profunda que jamás han visto, aparece nítidamente perfilada. Hay otra muy cerca. Un rastro claro avanza en línea recta y la adrenalina se dispara. Pero no es momento de precipitaciones, de saltar de huella en huella, sino de iniciar un trabajo riguroso. Posición GPS, medición detallada, definición de la trayectoria, fotografíado… El hallazgo –podrían ser las huellas de un dinosaurio terópodo más grandes que se conocen- merece la pena y lo primero es tomar los datos necesarios para notificarlo e intentar que la expedición se prolongue unos días negociando el permiso con las tres administraciones involucradas.

Dos colinas más al norte, hay un campamento nómada. Hammal, joven inquieto, ha diseñado un sistema de comunicación remota para cuando los móviles no tienen cobertura. Quizás no sea gran cosa, pero ha supuesto una buena forma de romper la monotonía de la vida en el desierto durante algunos días. Un pequeño compresor activado por una batería cargada –tras negociar duramente su uso- con la placa solar del campamento insufla aire a presión a través de una manguerita ajustada al ápice de una caracola marina de tamaño considerable. Si primo EsShould, pertrechado con un equipo idéntico, se ha alejado más de una milla.

Los paleontólogos se acuestan temprano, entre Hammal y su primo, para levantarse antes del amanecer y apurar al máximo el poco tiempo que les queda. Si el permiso no llega, tendrán que esperar a la próxima primavera. La noche del desierto es profunda y silenciosa.

Hammal, sobre una roca, prueba el invento. El compresor es una joya y el bramido ronco y potente de una bestia en celo destroza la noche. Segundos después, EsShould contesta con idéntico éxito.

Los paleontólogos saltan del lecho y corren desorientados por la explanada sin atreverse a encender una luz. La descarga de adrenalina puede olerse a kilómetros. Es un imposible pero está ocurriendo. Sin recoger nada, se meten en el 4x4 para recorrer a toda velocidad los cien kilómetros que los separan de la población más cercana. Una cosa es buscar huellas y otra enfrentarse a la bestia.


Enric C. Pedrón

Septiembre 2009

2 comentarios:

  1. Este es el relato que me ha escrito Enric inspirandose en la noticia de las huellas gigantes de Marruecos.

    Muchas gracias Enric por esta aportación y por la que hacéis desde el Observatorio Astronómico de Mallorca por la divulgación de la ciencia.

    Gracias

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  2. Buenísimo, genial. ¿Ha escrito Enric Coll algún otro relato, libro...?

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