viernes, 2 de diciembre de 2011

Infierno helado: ¿un esmilodonte congelado en el Ártico?

La última novela de Lincoln Child tiene como protagonista estelar a un paleontólogo.

Lincoln Child y su cómplice literario Douglas Preston son dos autores de best-sellers. Ambos son norteamericanos y su especialidad es el tecno-thriller, un género de ficción especulativa donde se mezclan la aventura y el suspense con explicaciones científicas. Estas novelas pueden tener elementos de ciencia-ficción, pero la tecnología adquiere un especial protagonismo en el desarrollo de la intriga. El tecno-thriller es un género puesto de moda recientemente, cuyo máximo exponente es el malogrado Michael Crichton, autor de Parque Jurásico y La amenaza de Andrómeda, entre otras. Preston y Child han escrito juntos más de una docena de novelas, muchas de las cuales están protagonizadas por el agente especial del FBI Aloysius Pendergast. Otras veces, Child y Preston han publicado sus novelas en solitario: sus lectores dicen que las de Preston tienen más terminología científica, mientras que las de Child ofrecen mayores dosis de suspense.

La novela más conocida de Preston y Child es la primera que publicaron juntos en 1995 y que dio inicio a la saga Pendergast: El ídolo perdido (The Relic), que fue llevada al cine por Peter Hyams en 1997. La acción transcurre en un museo de historia natural (el de Nueva York en el libro, Chicago en la película) donde tiene lugar una serie de extraños y salvajes asesinatos cuyo origen está en un ídolo maldito traído de la selva amazónica durante una expedición y olvidado en los sótanos del museo. Por definirlo de alguna manera, es un thriller tecnológico que está relacionado con una aberración genética.   
Lincoln Child es diplomado en literatura inglesa y ha trabajado como editor de varias antologías de cuentos de terror, antes de convertirse en analista de sistemas. Su asociación con Douglas Preston y el éxito de ventas alcanzado por sus novelas, le han llevado a dedicarse plenamente a la escritura. Infierno helado (Terminal Freeze en su edición original en inglés) es la última novela de Child, cuya edición de bolsillo acaba de llegar a las librerías. La propuesta inicial es atractiva: un equipo de científicos, que estudia cerca de una antigua base militar del Círculo Polar Ártico los efectos del calentamiento global, descubre en una cueva un enorme animal congelado en el hielo. Por su aspecto, recuerda a un esmilodonte. Tras conocerse la noticia, la empresa que patrocina la expedición científica envía a un equipo especializado para filmar un documental. Lo que se presenta como una novela con toques científicos (en una cita del libro se habla del mamut congelado de Beresovka, en Siberia) bascula rápidamente en un thriller terrorífico. El “felino de dientes de sable” (que hemos visto recreado recientemente en la película 10000 B.C. de Roland Emmerich) deja pronto de serlo para convertirse en un kurrshuq -espíritu demoníaco “devorador de almas” según las leyendas de los esquimales (inuits)-, que se manifiesta al mismo tiempo que se produce una espectacular aurora boreal.

El héroe de la novela de Child es el paleontólogo Evan Marshall (él mismo se presenta como paleoecólogo del Cuaternario). Además de ser un tío simpático, Marshall es un supercientífico: no sólo recoge muestras para hacer estudios sobre el cambio climático, sino que tiene amplios conocimientos anatómicos y es capaz de practicar de manera preliminar una autopsia forense, o nos sorprende por su dominio de la física, al revelarse como un consumado especialista en ondas sonoras, lo que permite a los expedicionarios librarse del monstruo que amenaza con aniquilarlos.   

Este tipo de novelas son un mero entretenimiento y, a pesar de estar adornadas con una jerga técnica, su contenido científico suele ser escaso o nulo. A modo de ejemplo, la existencia de la criatura que protagoniza Infierno helado está basada en el llamado “efecto Calisto”. En la página 204 de la novela se puede leer: “Es una teoría biológica, sobre la turbulencia evolutiva. Según esta, cuando las especies se acomodan demasiado a su entorno (cuando dejan de evolucionar o empiezan a perjudicar a la ecosfera), aparece un nuevo animal, una máquina de matar, para hacer una criba en la población y dar un empujón al proceso evolutivo. En términos ecológicos, un arma perfecta”. Este mecanismo autorregulador de la naturaleza lo explica todo (según Marshall, es “la teoría alternativa de la extinción de los dinosaurios”) y, en realidad, no explica nada. No es una hipótesis científica sino un invento de Child y Preston, ya utilizado en El ídolo caído, un recurso de novelista para justificar la presencia de seres aberrantes en sus historias de terror.

Por otra parte, no es la primera vez que Child o Preston recurren a la paleontología como señuelo novelístico. En Tiranosaurio (Tyrannosaur Canyon) de Douglas Preston, la historia gira en torno al fósil de dinosaurio más espectacular de la historia: una “momia” de tiranosaurio con plumas que, además del esqueleto, conserva la piel, los músculos y los órganos internos (!). Para rizar el rizo, el espécimen murió debido a una infección causada por un virus extraterrestre, y presenta altas concentraciones en iridio. El nec plus ultra.

Confieso que no soy un adepto del tecno-thriller. Quizá por ello, si tuviera que elegir entre todas los libros publicados por Preston y Child, me quedo con uno que no es de ficción: Dinosaurs in the attic: an excursion into the American Museum of Natural History, escrito por Preston y editado por Child en 1993 (no está traducido al castellano). Se trata de una crónica repleta de anécdotas y curiosidades sobre las expediciones realizadas por los científicos del Museo Americano de Historia Natural (AMNH), así como de la fabulosa colección de fósiles y otros tesoros que alberga el museo. Preston, que trabajó como editor y director del servicio de publicaciones del AMNH en sus años jóvenes, cuenta la historia de los hombres, objetos y fósiles que han ayudado a forjar la leyenda del AMNH y convertirlo en uno de los museos de historia natural más admirados del mundo.

Xabier Pereda Suberbiola


Página web de Douglas Preston y Lincoln Child: http://www.prestonchild.com/


Figura 1. Lincoln Child (derecha) y Douglas Preston.

Figura 2. Portada de Infierno Helado de L. Child (edición de bolsillo).

Figura 3. Portada de Dinosaurs in the attic de D. Preston.

3 comentarios:

  1. Me dan ganas de leerme todos los libros que comentas Xabi. ¿Te has planteado escribir uno?

    Gran cronica.

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  2. Xavier, confieso que me he leido prácticamente todos los libros de estos dos escritores, me han entretenido mucho. A veces es necesario leer este tipo de libros que solamente distraen sobretodo cuando se pasan por malos momentos y uno es incapaz de leer cosas serias. Creo que el personaje Pendergast es, desde mi punto de vista, muy original y diría que única.

    Por lo demás, siempre aficionado a estos temas desde niño, para mi fue maravillosos ver volar a Superman en el cine, o recrear los dinosaurios en la saga Parque Jurásico. Actualmente hay tales medios de hacernos ver los dinosaurios "como eran" en lugar de aquellas películas de monstruos (divertidísimas por lo demás) que productoras como la BBC nos los han puesto en bandeja.
    José Luis Sanz tiene un libro publicado que no recuerdo su nombre, con las referencias en el cine a los dinosaurios, lo leí de un tirón ya que era muy ameno.
    A pesar de las invenciones de estos dos autores insisto en que ocupan un lugar en la literatura actual dentro de su género.
    Un abrazo, Luis Miguel

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  3. Yo solo he leído "El ídolo perdido" y la segunda parte "El Relicario", y la película "The relic" me encantó! jejeje, sobre todo cuando la paleontóloga protagonista se mete en un tanque putrefacto, de limpieza de esqueletos actuales, para escapar de la bestia.

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