Como ya habréis visto en varios periódicos digitales y blogs paleontológicos, se ha descrito un nuevo icnotaxón aviano en el Mioceno inferior de Cenicero (La Rioja). Su nombre, Uvaichnites riojana, está relacionado a que las huellas se encontraron durante las obras de construcción de una bodega en un pueblo de gran tradición vitivinícola.
Desmarcándonos un poco de la información que ha salido ya en internet, vamos a intentar explicaros de una manera distinta lo especial de hallazgo.
Hará unos tres años que se encontraron un montón de lajas con icnitas, en Cenicero. El hallazgo se dió gracias al buen hacer de unos arqueólogos que llevaban el seguimiento para el Gobierno de La Rioja de la obra de la nueva bodega (¡bien!).
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Momento de la recogida de las lajas. La camioneta se inclinó peligrosamente... |
Las lajas, algunas pesan bastante, se recogieron con ayuda de operarios del ayuntamiento de Cenicero y varios de los firmantes del artículo, y se guardaron para su estudio. Ya en un primer momento se vio que había al menos cuatro tipo de huellas de vertebrados y muchas marcas de invertebrados. Tras la cartografía pertinente y el dibujo de las icnitas, llegó nuestra sorpresa. ¡142 huellas!
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Las dos tipos de huellas de ave. |
Posteriormente se realizó el análisis en detalle de todas las huellas integrando técnicas de icnología de dinosaurios junto a las que se utilizan en las huellas actuales. El resultado, 72 huellas de aves, 46 de artiodáctilos, 6 de perisodactilos y 18 no identificadas. Este primer estudio se publico en la revista argentina Ameghiniana en 2011. En él se explicaba que las huellas de artiodáctilo se asignaban a Pecoripeda sp. cuyo icnopoyeta podría ser una pécora. Las icnitas de perisodáctilos se atribuyeron a un caballo y se denominaron cf. Hippipeda. Por último las huellas de ave se dividieron en dos grupos. El primero, Gruipeda aff. maxima, con huellas parecidas a las de las cigüeñas, y el segundo, que no se parecía a ninguna huella definida hasta el momento, era similar a las huellas de las grullas. Este último dato nos hizo pensar que podría ser una huella nueva, y que era importante publicar este hallazgo.
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Las otras huellas (Díaz-Martínez et al. in press) |
Para ello nos pusimos manos a la obra. Buscamos y analizamos escrupulosamente la icnotaxonomía (clasificación) de aves en busca de huellas que se parecieran, y volvimos a ver que no, que ese tipo de huella no estaba descrita. Posteriormente volvimos a consultar libros de huellas actuales, y como ya habíamos observado, eran parecidísimas a las huellas de Grus grus (Grulla común). Esto ocurrió hace un poco más de un año, y un día uno de nosotros volviendo a casa vió unos pájaros en el cielo haciendo gruuuuuuu gruuuuuuu. ¡Coño grullas! Entonces recordó que en el Máster de Zaragoza se visitaba la Laguna de Gallocanta, en dónde en febrero-marzo estas aves paran en su viaje anual para recuperar fuerzas. Ni cortos ni perezosos llamamos a Moreno a ver si se podía hacer una excursión rápida para sacar algunas fotos a las huellas de allí. La fortuna llamó a nuestra puerta y es que Moreno podía ir allí al día siguiente con la asignatura del Máster. Esa misma tarde teníamos un montón de fotos de huellas de grullas, y algunas eran iguales a las icnitas de cenicero. Una de esas fotos aparece en la publicación (gracias More).
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Foto de Grulla (M. Moreno-Azanza) |
El parecido tan claro con las huellas de grullas nos hizo pensar que el icnopoyeta (animal que las dejó) pudiera tener algún tipo de relación con la grulla común. Tenemos que pensar que hace 20 millones de años las "grullas" podrían ser diferentes, o incluso cabe la posibilidad de que otras aves dejaran huellas parecidas. Buscamos información sobre el Orden Gruiforme y vimos que era un cajón de sastre en donde se habían metido un montón de familias con formas y tamaños muy distintos. Posteriormente analizamos la Familia Gruidae. Observamos que ya había varios géneros de grúidos en Europa en el Mioceno inferior, y que incluso se habían encontrado huesos asignados a Grus. Es por esto, y junto al parecido de nuestras huellas a las de la grulla por lo que propusimos que podrían pertenecer a la Familia Gruidae (podrían). Los restos de aves de esta familia en la Península Ibérica son muy escasos, y si nuestra hipótesis fuera válida, las huellas de Cenicero serían la prueba más antigua de su existencia.
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Holotipo de Uvaichnites riojana |
Ya por último, y basándonos en todos los datos que acabamos de exponer, decidimos ponerle nombre a la nueva huella. Para ello, y jugando con el lugar donde se encontró, la tradición vitivinícola de la zona, y la maldad de San Saurio, se propuso Uvaichnites riojana (de pura cepa).
El estudio, previas correcciones por los miembros del artículo, y otras externas (gracias Xabi, Adán y Gastralia) se mandó a la revista inglesa Proceedings of Geologists´ Association. Hasta en eso tuvimos fortuna, fue muy bien valorada.
Bueno, pues ya os hemos contado todos los secretillos de Uvaichnites. Espero que os haya gustado y que para los que no se dediquen activamente a la ciencia, vean cual es aproximadamente la "creación" de un artículo científico.
El equipo de investigación.
Referencias:
Díaz-Martínez, I., Hernández, J.M., García-Fernández, S., Murelaga, X. y Pérez-Lorente, F. (en prensa). Uvaichnites riojana: A new crane-like bird ichnotaxon from the lower Miocene of La Rioja (Ebro Basin, Spain). Proceedings of the Geologists' Association