A poco más de 100 km al norte de Nueva York, se encuentra la apacible ciudad de New Haven en el estado de Connecticut. Esta ciudad fundada en el año 1638, refleja su antigüedad en los hermosos e imponentes edificios, iglesias y demás construcciones de estilo que se hallan a lo largo y a lo ancho de la ciudad. Una de sus referencias más notables es la presencia de la Universidad de Yale, que fundada en 1701 es una de las ocho universidades más antiguas de Estados Unidos, pertenecientes a la llamada “Ivy League”. Sus más de 130 mil habitantes, comparten diversos pasatiempos entre los que se destacan las cafeterías, bares y restaurantes para los variados gustos de todos los consumidores. Asimismo existen museos de arte, el museo de historia natural en el campus de la Universidad y, aunque menos populares, iglesias con sus criptas subterráneas.
Como toda ciudad, ésta también posee un cementerio, el Grove Street. Si bien los cementerios no son normalmente considerados un pasatiempo para los ciudadanos, podría representarlo para el turismo ávido de conocer nuevos lugares y paisajes, así como también su arquitectura y estilo. A lo que a su vez se le agrega el misticismo brindado por el transitar por la última morada de aquellas personas, que como nosotros, pisaron esta tierra.
Como toda ciudad, ésta también posee un cementerio, el Grove Street. Si bien los cementerios no son normalmente considerados un pasatiempo para los ciudadanos, podría representarlo para el turismo ávido de conocer nuevos lugares y paisajes, así como también su arquitectura y estilo. A lo que a su vez se le agrega el misticismo brindado por el transitar por la última morada de aquellas personas, que como nosotros, pisaron esta tierra.
Lugar donde descansa Othniel Charles Marsh |
Entre las personalidades aquí enterradas se pueden citar al físico, químico y matemático Josiah W. Gibbs, graduado a muy temprana edad y profesor de Yale. Fue un gran estudioso de los procesos termodinámicos y en honor a quien se nombró la “energía libre de Gibbs”. También se encuentra aquí Benjamin Silliman Jr., químico y profesor de Yale, quien tuvo una importante participación en el desarrollo de la industria del petróleo. Su padre fue asimismo profesor en Yale, de química, mineralogía y geología; un ambicioso coleccionista de minerales que logró una de las más importantes colecciones para su Universidad. En honor a este último se debe el nombre del mineral sillimanita. Otra de las tumbas con las que cuenta el cementerio es la de Jedidiah Morse, un gran geógrafo que supo transmitir la relevancia de la geografía en el conocimiento popular y padre de Samuel F. B. Morse, inventor del código morse. Otro de los sepulcros aquí presentes es el de Charles Goodyear, a quien se le debe el descubrimiento accidental de la vulcanización del caucho. Dada la mala situación económica a la que se enfrentaba su familia en aquella época, Charles vendió su descubrimiento a un acaudalado empresario quien fundó una compañía en su honor, Goodyear.
Futuros paleontólogos pidiendo a Marsh ayuda para sus tesis |
Finalmente, y no por último menos importante, entre las tumbas presentes en este cementerio, se encuentra la de Othniel Charles Marsh. Marsh fue uno de los más importantes paleontólogos que tuvo esta disciplina. Durante el siglo XIX dirigió gran cantidad de expediciones en los Estados Unidos y estudió los fósiles que de allí se traían convirtiéndose en uno de los pioneros en el estudio de dinosaurios del país. Gracias a su gran dedicación al trabajo fue uno de los mayores contribuyentes a la paleontología de vertebrados de su época, y particularmente de dinosaurios, no sólo en cuanto a materiales fósiles, sino a conocimiento taxonómico.
De esta manera, los restos de Marsh y una placa en su memoria yacerán en este cementerio por siempre, a la espera de todos aquellos que quieran dar visita a este gran contribuyente a la historia de la paleontología mundial.
Agustina Lecuona e Ignacio Díaz-Martínez
Agradecemos a Dan Brinkman su amabilidad durante nuestra estancia en el Peabody Museum